Un adiós silente


Ya no he de ver tus ojos, los que se han cerrado para mi, te extraño y te extrañaré siempre, realmente fuiste el amor de mi vida, esa linda mariposa que revoloteaba en mis sueños, tus colores me seducían y en mis pupilas te has quedado grabada para siempre. 


Realmente no sé que decir en este adiós, nunca he sido bueno para las despedidas, si hoy estuvieses aquí, te daría un gran beso, de esos tan profundos que se quedan clavados en el alma, mis labios antes tuyos no volverán a besar a nadie, porque aun arde en los míos ese último beso que significó tú triste despedida. Contigo se me fue la vida, mis ganas de vivir, todo lo que antes fue luz, ahora son lúgubres tinieblas de un hermoso pasado que no volveremos a vivir. 

Hoy mi vida se apaga, como sucede cuando cae cada noche, porque es cuando pienso más en ti, y siento la enorme distancia que nos separa, como en este momento, en una noche fría de noviembre, el mismo frío que heló mi sangre y mi existencia cuando me sacaste de tú vida. No sé porque aun te escribo, si ya no eres mía, Quizás sea una forma de llorar por medio de las letras que salen una a una de mi corazón roto, el amor que te tuve fue realmente inmenso, como el nublado cielo que miro desde mi ventana en estos momentos cargados de tristeza y de soledad absoluta. Me arrancaste el corazón y no te haz dado cuenta amor mío.

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